¡Buenas!
El verano se acaba, pero el calor no parece querer irse. La vuelta al cole se acerca, pero por primera vez, no volveré a clases, sino que lucharé por conseguir algún contrato ahora que los veteranos han vuelto a sus puestos. Muchas cosas han cambiado en estos meses, vamos a verlas:
Un producto: Lip Oil de Sephora
Menuda sorpresa me ha dado este producto. El lineal de labiales de la marca propia de Sephora me estaban dando buenos resultados, y a pesar de que tenía cierta predisposición positiva hacia este aceite por esta buena relación que os comento, no me esperaba estos resultados.
Como su nombre indica, se trata de un aceite labial. Además de cuidar los labios, los viste de un bonito tono cereza y llega a tintarlos pasadas unas horas. Todo eso además con un delicioso aroma a vainilla y una textura no muy pegajosa. Con lo que me gustan los tintes labiales, este aceite ha pasado al bolsillo de mi chaqueta para tener siempre algo de cuidado y color a mano cuando salgo. Me ha gustado mucho, pero creo que Sephora los puso rebajados porque iba a descontinuarlos, así que no podré reponerlo una vez se me acabe…
Una muestra: Crema con aceite de argán y cedro de Saper
El fragmento que quiero compartir con vosotras en esta ocasión tiene más carga personal que del producto en si. En una de las ediciones de Biocultura, Fernando me ofreció algunas muestras de la crema facial para pieles mixtas de la marca. Su practico formato hizo que se vienera conmigo al hospital en un neceser que siempre llevo. Solo la he sacado en dos ocasiones, pero la experiencia ha sido la misma.
Llevaba días MUY caóticos en urgencias: mucha carga de trabajo, no poder parar ni para almorzar o ir al baño, y en general cierta sensación de que los pacientes estaban cansados de esperar una cama en planta (totalmente comprensible). En un determinado, decidí parar. Fui al baño, y tras lavarme las manos me lavé la cara. Una vez seca, fui a mi macuto y saqué la muestra de crema para dedicarme un minuto a ponérmela tranquila y a respirar el delicioso aroma que tenía. Es un olor fresco y anisado, que parecía borrar el cansancio y darme fuerzas para continuar con la siguiente ronda de tareas. Me deshice el recogido, revolví el pelo para descansar las raíces después de tantas horas de tirantez, y volví a recogerlo sin dejar de respirar el perfume que tenía en la cara. Y os juro que a pesar de estar muy cansada e incomoda por no poder hacer cosas básicas como ir al baño o beber, de repente estaba sonriendo y pensando en si tenia que sacar alguna medicación o reponer los equipos de suero de mi carro.
Al aroma hay que sumarle los efectos propios de la crema. Pasé de notarme la cara cansada y aspera a fresca y suave, lo que contribuyó a que me sintiera mejor y mucho más “cuidada”.
En definitiva, algo tan inocente como probar una crema mediante una muestra se convirtió en una experiiencia sensorial que ha elevado al producto. Tengo ganas de probarlo más.
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Un capricho: LG G7
Normalmente me cambió el móvil cada dos años, principalmente por problemas de batería y prestaciones algo “desfasadas”. Este año mi queridísimo LG G5 cumplía esa edad, y empecé a plantearme cambiarlo. Tas unos días de investigación, y a raíz de la buena experiencia que había tenido con él, decidí ir a por su hermano mayor: el LG G7.
Tenía todo lo que necesitaba: buenas cámaras traseras (normal y gran angular) y delantera, chip potente acompañado de la RAM necesaria, suficiente batería para pasar un día tranquila, carga inalámbrica, sistema de sonido mejorado, radio FM y tamaño y precio comedidos. Si a ello le sumamos las buenas ofertas que encontré en Amazon, tenemos como resultado recibir al pequeñuelo con una ristra de accesorios extra: fundas, protectores de pantalla, cargadores inalámbricos… Llevo con él un mes, y estoy totalmente encantada y satisfecha. Espero que la mejora en la calidad del dispositivo repercute en la fotografía del blog
Un estilo de vida: bienvenida a la vida laboral
Como os conté en nuestra última cita con mis favoritos trimestrales, en julio comencé a trabajar como enfermera. Durante estos meses de verano fui correturnos de críticos, pero también estuve varias semanas fija en UCI y en Urgencias.
Debo reconocer que mi primer contacto con el mundo laboral ha sido más que satisfactorio, teniendo en cuenta todas las experiencias que había leído. Aunque hubo un día de llegar a casa llorando y maldiciendo la precariedad que sufre nuestra profesión, el resto han sido muy dulces y satisfactorios. Es un autentico sueño llegar a casa sabiendo que a pesar de ser novata sacas la faena, que cada días aprendes más que en meses de carrera universitaria, y sobre todo que todo esto puede resumirse en que has ayudado a personas que están en momentos muy vulnerables de su vida.
A ello hay que sumarle que me siento mucho mejor tratada y valorada. A pesar de ser novata pongo mi criterio en la mesa para que sea valorado y criticado, y de esta manera aprender a ser autosuficiente; y la amabilidad de todos los compañeros con los que ha trabajado me ha ayudado a sentirme integrada y arropada, con la confianza necesaria para preguntar dudas o pedir ayuda. También hay que destacar algunas facilidades que he adquirido al empezar a trabajar en Vall D’Hebrón, como comer en el hospital cada día (opciones variadas, ricas y diferentes a lo que como en casa), que tenga todos los días uniforme limpio (se acabó llevarmelo a casa y sufrir por que no se me seca a tiempo) o que pueda ser autónoma a la hora de sacar medicación o registrar los datos en el ordenador. Y que decir de cuando a final de mes llega la nómina… Ver que lo que te gusta és además tu medio de vida no tiene precio. Por último, el horario: las 12h diurnas de trabajo y la ausencia de clases me han permitido volver a tener un horario de sueño normal, dejar de saltarme comidas (incluso empezar a comer mejor), apuntarme al gimnasio y tener más tiempo para mis aficiones y obligaciones personales… ¡Si hasta me siento más feliz y mi madre dice que tengo menos ojeras!
Sé que suena demasiado utópico, pero es que es así. La vida laboral me lo ha cambiado todo para mejor, y los únicos momentos amargos que he tenido he podido solventarlos recordando que acabo de empezar y me falta mucha experiencia que me la dará el tiempo, que hay cosas que están fuera de mi alcance, o que simplemente todos tenemos un mal día. Estoy deseando ver si puedo quedarme en el área de críticos e ir rotando entre Urgencias y UCI, ojalá sea así.
Un plan: organizar, acabar y tirar.
Shin y yo hemos vuelto a mirar pisos para mudarnos. Esto implica, además, ir pensando en la mudanza, y por experiencias pasadas se que lo mejor es ir ligera de equipaje. Por eso mismo se podría afirmar que estoy a potidieta, y que mi objetivo principal durante estos meses ha sido ir acabando productos. Si hace nada os traía una ronda de productos acabados, puedo adelantaros que ya tengo otras dos preparadas (iré dosificándolas para no abrumaros).
Comprar productos siempre es una alegría, pero desde luego acabarlos es un placer, y más con el consumismo que impregna el mundo beauty. Esta sensación de saber que un producto ha cumplido su ciclo, que lo hemos aprovechado y que estamos listos para emitir un veredicto final es casi tan agradable como adquirirlo en primer lugar. Ahora además me he propuesto acabar también muestras, por lo que la sección de acabados es mucho más completa y variada.
Un #mood: ¡Llegó el otoño!
¡Tenía TANTÍSIMAS ganas de que llegara el frío! Poder empezar a llevar sudaderas y chaquetas, sacar las mantas del armario y ponerlas en la cama y el sofa, dejar de sudar y de sufrir el calor insoportable del verano… Además, tenía mucha ropa y calzado de pendiente de estrenar, por lo que al abrir las cajas de la ropa de invierno me he llevado varias sorpresas.
Esta temporada aproveché una promoción de H&M mediante la cual por cada bolsa de ropa usada que dones, recibías dos vales de 5€ de descuento cada 30€ gastados. Estos vales y el descuento del 10% de bienvenida al H&M Club nos sirvieron tanto a Shin como a mi para renovar un poco nuestro armario y para irnos más ligeros de equipaje a nuestra futura casa.
Un restaurante : A veiga.
Este verano Shin me llevó a un restaurante cerca de su trabajo. Lo llamamos cariñosamente “el gallego”, ya que está especializado en cocina mediterránea y gallega. Fue reformado hace poco, y en el interior encontramos un imponente tronco de un árbol y una zona con espejos y LED’s a modo de estrellas.
Pero sin duda alguna, lo mejor es su comida y su precio. La carne es simplemente deliciosa, los dulces se notan que son 100% caseros, y hasta la ensalada o crema de verduras más simple logran convertirla en algo extraordinario. El menú del día tiene un precio muy ajustado para la calidad que ofrece (12,50€), y siempre da a elegir entre 4-5 primeros y segundos, por lo que es imposible cansarse de él. Si pasáis por la zona, os lo recomiendo encarecidamente. Yo estoy deseando que se tercie la ocasión para pasarme por allí =)
Y vosotras: ¿teníais ganas de que llegara el frío? ¿O sois de verano y calor?


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